Con la Jet Set

Era un sábado tranquilo. Estábamos en el Tsarley Korpey, el hotel de Ada donde nos dejan bañarnos gratis en la piscina una vez a la semana. Es el único privilegio que tenemos por ser voluntarios. Y se agradece.

Es un hotel de lujo, en comparación con cualquier otro lugar público de este entorno. Aunque en España sería el equivalente a un hotel de tres estrellas superior, aquí nos parece el Hilton. Además, tiene wifi gratis. Y Fred, el encargado, y estudiante de periodismo, nos deja utilizarla con un guiño cómplice cuando nos ve aparecer por el vestíbulo.

Íbamos a largarnos cuando escuchamos hablar en nuestro idioma. Una increíble novedad por estos lares. Nos acercamos y conocimos a dos familias de expatriados españoles. Estaban allí porque al día siguiente se celebraba una fiesta en una isla privada y les habían invitado. Nos dijeron que podíamos sumarnos. Fue nuestro billete de entrada a la Jet Set de Ghana.

Ada, como saben, es una fuente inagotable de contrastes. Por un lado, es el lugar donde las personas adineradas tienen sus mansiones y pasan los fines de semana, a todo trapo y sin cortarse un pelo. Y por otro, es una zona rural y pobre donde la mayoría de la gente vive en infraviviendas, con altos niveles de analfabetismo, ausencia de tendido eléctrico y falta de suministro de agua potable. Elijan ustedes el bando al que prefieren pertenecer. O intenten quedarse en tierra de nadie, haciendo equilibrios entre dos mundos tan opuestos.

Nos fuimos a casa sorprendidos por tener un plan nuevo para el fin de semana y por poder meter las narices en un entorno tan distinto al nuestro. Ya ven, nos ponen delante un trapo rojo y entramos como miuras. Qué debilidad.

Una cena irlandesa

Ese sábado también teníamos una cita con Mr Bryan Harrys, hombre de negocios británico a quien presenté hace unos pocos posts. Resulta que tuvo un accidente hace poco y Elena se ha convertido en su fisioterapeuta de cabecera. Digamos que cambia una sesión de masaje por una invitación a cenar. Y yo, como fisio consorte, también estoy incluido en el trueque. Pues guay.

Mr Harrys tiene un amplio círculo de amistades. 43 años en el país dan para mucho, me imagino que se hacen cargo. Cuando organiza algo, siempre hay más invitados.

En esta ocasión vino Bryan, un irlandés de Cork, cuarentón, superviviente del Tsunami que devastó el sudeste asiático en diciembre de 2006.

Bryan el irlandés no sabe cómo sobrevivió a aquello. Él estaba en la isla de Phuket, en Tailandia, uno de los paraísos del turismo internacional. De repente el mar se alejó, se perdió en la lejanía y luego atacó con una fuerza inusitada. No fue una única ola, sino varias. Su testimonio es estremecedor.

He escuchado historias similares en el lugar donde ocurrieron, junto a Jacobo, que trabajó muchos años en proyectos post Tsunami en la zona, pero no dejan de sobrecogerme. La impotencia, el miedo, la sensación de que la muerte se te viene encima y no tienes salida. Debió ser terrible.

Como recuerdo de aquella tragedia, a nuestro amigo irlandés le queda una parálisis parcial en una mano y otras heridas en el cuerpo. Aún así tuvo suerte. Salvó la vida, huelga decirlo.

Después de aquello, decidió establecerse definitivamente en este rincón de Ghana, comprarse un barco y dedicarse a organizar salidas para pescar o excursiones por el océano Atlántico con extranjeros o con quien puede pagarlas. El mar es su vida. Le ha perdonado aquella traición. Nos ha invitado a navegar con él un día de estos. A ver si Elena se anima.

Es un lobo de mar experimentado y, como corresponde, su cuerpo está lleno de tatuajes. Es parco en palabras y suele hablar para el cuello de su camisa, pero es una persona divertida y canta magníficamente bien.

Como buen irlandés, cuando llevábamos unas cuantas copas de vino encima -la Guinnes se vende embotellada en este país y no sabe igual, por lo que no la consume- se arrancó con una copla tabernera y alegre. Faltó la gaita. El cuadro fue enternecedor. Lo pasamos realmente bien. Además, nos comimos un pollo a la lata de cerveza. Sí, como lo leen. Otro día les cuento cómo es esto porque se cocina con la lata atravesando al ave. La receta la copió Mr Harrys en el aeropuerto de Zurich y tiene tela.

A toda vela

Nos levantamos el domingo bastante tarde, perjudicados por los excesos de la noche anterior. Además, por si fuera poco, la madrugada nos regaló una tormenta tropical, con rayos, centellas y truenos. Parecía que la casa se nos iba a caer encima. Imaginen a nuestros vecinos, con sus techos de hoja de palma y sus casas de adobe o bambú. Nos asomamos por la ventana y, al menos, no hubo que lamentar daños por ese lado. El agua, eso sí, estaba estancada cercando los hogares de la gente, casi aislándolos.

A nosotros, se nos inundó el baño, pecata minuta. Una vez que estuvimos dispuestos en perfecto estado de revista, llamamos a Álex, uno de los españoles que habíamos conocido el día anterior, para confirmar que verdaderamente podíamos ir a la fiesta en la isla privada. Nos dio luz verde.

Embarcamos en una lancha fueraborda prevista para la ocasión y disponible para los invitados. Antes de hacerlo, nos asaltó una duda. ¿Deberíamos llevar algo? ¿Qué se le lleva a un millonario? ¿Qué se puede comprar en nuestro pueblo un domingo? Fuimos con las manos vacías y nada más montarnos en la lancha sentimos un poco de vergüenza. Junto a nosotros, venía un grupo de jóvenes franceses: guapos, fashion, cool … de los que te puedes encontrar en el Barrio de Salamanca de Madrid, vaya. Venían cargados con unas cajas de Moêt Chandon. Joder, qué movida.

Llegamos a la isla y nos recibió el anfitrión, Mr Subi, libanés representante de Toyota, Porsche y otras firmas de alto standing en Ghana. Tendrá unos 50 años y es alto, elegante y delgado. De tez morena, muy mediterráneo y sonrisa permanente. Una persona educada y afable. Nos invitó a disfrutar de la fiesta con naturalidad.

Después, conocimos a su mujer. Había sufrido un accidente de surf hacía unas semanas y una caída posterior le había dislocado el hombro. Acudir con una fisio a cualquier parte es como hacerlo con un informático.

En el primer caso, siempre hay alguien a quien le duele algo, tiene una contractura o necesita un masaje. En el segundo, siempre hay alguien con un virus en el ordenador o un cable que conectar. Después de jornadas diarias y agotadoras en un hospital público ghanés, imaginen las ganas que puede tener Elena de dar un masaje en domingo, teniendo además a Mr Harrys como paciente de fin de semana. Seguramente, las mismas que tiene mi amigo Cotolo de arreglarme el portátil cada vez que la pifio y eso que desde que uso Ubuntu casi funciono solo -con el Plaza en el control remoto-.

Dimos una vuelta por la isla privada, quizá como el Santiago Bernabéu, en cuanto a tamaño. Antes de llegar allí, la leyenda urbana de Ada decía que este lugar pertenecía a un japonés, que era dueño de Suzuki y que era un hotel. Ya ven cómo el juego del teléfono escacharrado no conoce fronteras.

En uno de los extremos de la isla, rodeada por río y mar, se desarrollaban los espectáculos deportivos que justificaban el evento de ese día. Se celebraba una regata que había empezado en Sogakope, uno de los pueblos cercanos que también baña el Volta, y una competición privada de Skate Surf. Las conversaciones giraban entorno a estos deportes y no tuvimos mucho que aportar. A este respecto, sólo tengo que indicar que cuando, horas después, marcó el Kun y le dio el título de la Premier al Manchester City, en uno de los finales más apasionantes que se recuerdan, lo estuve celebrando con el personal de servicio, que también estaba más interesado en el fútbol que en la vela.

Durante la jornada, hubo un par de situaciones violentas. Cuando alguien nos presentaba y conocía nuestra condición de voluntarios y nuestra dedicación a proyectos sociales como la escuela de Anyakpor, se hacía un incómodo silencio seguido de una pregunta igualmente incómoda ¿por qué hacéis esto? O sentíamos las miradas de desinterés por parte de nuestros interlocutores. Afortunadamente, también una de las españolas mostró su respeto por nuestro trabajo. Nunca pedimos reconocimiento, pero sí esperamos respeto, como todo el mundo. El ambiente era raro, raro y nos encontrábamos fuera de sitio, como dos belgas cantando por soleares para qué voy a engañarles.

Champagne, por favor

Quizá por eso, después de un par de intentos baldíos de pegar la hebra, fuimos al único lugar donde no se necesitan amigos: la barra del bar. Pedimos un trago, a ver qué se trasegaba por allí.

El camarero sirvió Champagne con zumo de naranja. Le dejamos hacer. No sé cómo explicarlo. Uno es más de Kalimotxo, pero qué quieren, esto es la Jet Set.

Los chicos con los que vinimos en la barca, además de cargar con el Môet Chandon, también venían con un panel multilogo y banderas de publicidad, así como merchandaising. Repartían por doquier gorras, polos, camisetas y otros regalos por el estilo. Nos tocaron dos gorras, una roja y otra blanca. Nos las pusimos para agradecer el detalle.

Algunos invitados posaban delante de la publicidad, igualito que en las fiestas esas horteras que pasan por la televisión española al mediodía, donde famosos de medio pelo inauguran tiendas o acuden a preestrenos de cine. Qué movida.

Empezaron a desfilar personajes y fueron cayendo las botellas de champagne. No había ni un solo ghanés, a excepción de las personas del servicio, que superaban la decena. Todos estaban muy entregados a su labor. No sé qué pensarían de todo esto.

Había un montón de comida: arroz, pasta, kebabs, pescados, humus y tartas de chocolate. Nosotros le hincamos el diente a todo lo que pudimos, como si no hubiera un mañana. Pero era una rayada estar allí.

La mayoría de las personas que nos rodeaban nunca habían montado en tro-tro, comido bankú con las manos, visitado una comunidad de las miles que hay por todo el país o comprado alimentos en un mercado local. Tampoco parecían tener interés por hacerlo. Su experiencia de África era otra. Es más, aparte del clima que es igual para todos -aunque su aire acondicionado desnivela la balanza- parecía que vivíamos en países distintos.

La verdad es que por eso nos sentimos un poco solos. Estábamos rodeados de lujo libanés, comida deliciosa y bebida abundante pero solos. No fue culpa de nadie. Tampoco hicimos mucho por integrarnos.

Cuando alguien se interesaba por nuestra labor, les hablábamos de la pobreza que a diario nos rodea. Qué quieren, es lo que vemos todos los días, es la cruda realidad y no somos indiferentes a ella por mucho que estemos con la Jet Set. Aquí no se desconecta. Abierto 24 horas. Y, claro, en un día de fiesta a nadie le gusta que le amarguen. Es como ver las noticias tristes del telediario a la hora de sentarse a la mesa. Mucha gente prefiere cambiar de canal. Aunque aquí para cambiar de canal tienes que tener mucha pasta, comprarte una isla, construirte una mansión y tener una legión de sirvientes. También tienes que ganar un sueldo de miles de dólares o euros, no de cedis. Y nosotros no tenemos ingresos. Estamos aquí con nuestros ahorros. Es nuestra decisión. Por eso no encajamos en el maravilloso mundo de los expatriados. Somos el eslabón perdido. Porque tampoco somos pobres y nuestro color de piel nos distingue, y abre puertas, como las de esta isla.

Por la tarde, nos rescató de nuestro aislamiento, Mr Bryan Harrys, que se presentó en la fiesta para recogernos. O para recoger a su fisio, mejor dicho. Su condición de expatriado veterano le hace conocer a todo el mundo. No precisa invitación para acudir a ningún lado, ni siquiera a una fiesta exclusiva.

¿Pero saben? Harrys es distinto. Le he visto mancharse las manos con la tierra, invertir su dinero en hospitales, orfanatos y escuelas para personas desfavorecidas, adentrarse y respetar profundamente la cultura local y pagarles los estudios a jóvenes locales con ganas de progresar. No sé si entre las personas que había en la fiesta alguien hacía algo parecido. Si así era, no lo descubrimos, pero en vista de cómo rehuían nuestra conversación, me extrañaría mucho.

Estaba todo el pescado vendido. Había que volver a casa. Dimos un último trago a nuestra copa de champagne -también pescamos un gin-tonic durante la retirada, de Tanqueray, como le gusta a Alfonso– y nos despedimos educadamente de los anfitriones y las personas que habíamos conocido. Lo cortés no quita lo valiente.

Así fue nuestro primer y quizás último día entre la Jet Set. Qué vamos a hacerle. Los niños y niñas de Futuenya nos aportan más. Para eso vinimos a vivir a África Subsahariana, no para alternar en esta versión ghanesa de Puerto Banús.


25 comentarios on “Con la Jet Set”

  1. Tesa dice:

    He disfrutado un montón con esta crónica, Angelito. Me encanta como escribes. No sólo no has perdido nada de tu frescura innata, sino que ahora además tienes mucho oficio.

    Otra vez las dos caras del país.

    Me llama la atención la indiferencia de esta jet festera. Lo normal sería la actitud de Mr Bryan Harrys, é no sólo respeta la cultura que lo acoge sino que ayuda siempre que puede.

    Me imaginaba en esa fiesta en la isla y me estaba entrando agobio, nunca iría a una fiesta como ésa sin tener asegurado que me podía ir en cuanto qusiera. Uf que alivio cuando Mr Harrys entré en escena para rescataros.

    La fotos 3 y 4 hablan por si solas.

    Besos para los dos.

    • ángel gonzalo dice:

      Muchos besos. A veces echo de menos tus consejos y correcciones. Aquí estoy solo, escribo a trompikones, a veces apurando las baterías y sin tiempo a repasar… Pero muy contento.

      Y la fiesta, pues eso, dos mundos, dos realidades y dos marcianos en la mitad, pero encantados de colarnos en todos lados. Besos y mil gracias!

  2. Abantos1903 dice:

    Muy bueno lo tuyo, y qué gran memoria para recordar el motor de los G&T.
    Me he reído un rato. ¿Por qué iba ser diferente en Ghana? En todos sitios los de arriba se asemejan, ellos se lo pierden. Aunque es también probable que alguno de los que estuviera por ahí no fuera como parece.
    Un abrazo.

    • ángel gonzalo dice:

      Seguramente… Cómo olvidar el café de las comendadoras. Tú me lo enseñaste. Nuestra casa -el casero nos la guarda un año- está a cinco minutos de allí y recuerdo tus consejos de hace años, allí sentados, en la terraza. Un abrazo

  3. Daniel dice:

    A mí me ocurrío algo parecido en Sao Paulo. Allí es muy notable las diferencias económicas. Es gigante tanto la cantidad de gente pobre que ves por la calle, como los tipos que van con traje, limusina/helicoptero, etc… Yo hacía un voluntariado en las favelas de la ciudad, y cuando la última semana fui a una fiesta de despedida que me habían preparado unos amigos, no pude evitar sentirme incómodo: todos iban tan guapetes con sus trajes y vestidos, se habían gastado una pasta en algo que realmente yo no valoro, como bebidas caras, servicio de camareros… no sé, el ambiente en la favela me había hecho cambiar mi mentalidad y empezar a valorar otras cosas… y desvalorizar otras, sin embargo, aquella fiesta!! mis amigos la habían hecho por mí!!, tuve que aguantar el tipo como pude :S

    Genial tu artículo. Por cierto, me gusta esa jerga usas de vez en cuando: «era una rayada estar allí» «Qué movida», «uno es más de kalimotxo»… te hace muy gracioso el texto 😉

    abrazos!!

    • ángel gonzalo dice:

      Muchas gracias. Te mando un abrazo muy fuerte. Y sí, estos lugares son extraños, aunque merece la pena visitarlos al menos una vez. Cuídate!!

  4. ¡Hola Ángel!

    En esos casos lo que hay que hacer es ‘pillar’ todo lo que puedas, ponerte ciego, sonreír y seguir adelante…
    Y no te olvides que Ghana es el 2º país que más creció en el mundo, ¡en todo el mundo!, el año pasado. Y que si lo comparas con cualquiera de los países de alrededor es casi rico, sobre todo si lo comparas con un país com Burkina Faso. En el que las diferencias entre ricos y pobres, no sólo los expatriados sino también los burkineses ricos que se aprovechan de sus puestos en el Gobierno o con las prebendas que como amiguetes pueden sacar (contratos, exclusivas, etc), son vergonzosas…
    Y ¿sabes lo que hacen esos ricos locales para limpiarse los ‘pecados’ por todo lo que roban a su pueblo?
    Construyen mezquitas o iglesias en sus aldeas natales, para quedar como Dios. Y bien ante Dios y ganarse el cielo. Nada de construir un dispensario de salud o una escuela o letrinas o pozos de agua, o cosas que sean útiles para la vida diaria, NO.
    A rezar que son dos días…
    Te comprendo perfectamente, pero debes saber que no todos los que teníamos pasta hemos venido a estas tierras a sacar más, algunos hemos venido a devolver parte y ayudar en lo que podamos.
    😉
    Un fuerte abrazo y mucho ánimo

    • ángel gonzalo dice:

      Toda la razón… Y eso procuramos. Y sí, mis vecinos se ríen de la riqueza de Ghana… A ellos no les toca!!! Por cierto, cómo van las cosas por tu frontera? Hablan de mucha tensión y varios muertos. Un abrazo enorme. Espero que estéis bien!!

      • La verdad es que la crisis de Mali la sigo más por la prensa que en directo.
        Aunque estamos a pocos kms de la frontera no se puede decir que haya ahora más exiliados que cuando empezó la guerra con los tuaregs…
        Hay refugiados agravado por la crisis alimentaria actual, pero nada que se pueda decir catastrófico.
        ¡Cuidaos mucho!
        Un abrazo

  5. laura dice:

    Hola Angelito!
    me he reído un rato imaginándome el episodio jet set en la isla privada, con los del Moët Chandon repartiendo gorras y haciéndose fotos, mientras vosotros comíais como si no hubiese mañana. Eso de ser marciano a veces tiene su punto gracioso.
    menos mal que en todo hay excepciones y habéis encontrado gente como Harrys
    cuidaros mucho y ánimo con la escuela
    besos
    Laura

  6. Arnaldo dice:

    Muchos prejuicios. Falta de adaptación y empatía. Orgullo desmedido. Es lo que he visto en esta crónica… y no, no en los integrantes de la jet set, precisamente… Lo siento.

    • ángel gonzalo dice:

      Gracias por tu opinión. Escribo siempre a título personal y procuro reflejar lo que veo y lo que siento. No tienes por qué compartirlo, por supuesto, pero no veo «orgullo desmedido» en este post sino sinceridad. Tampoco veo prejuicios, porque las opiniones están expuestas con posterioridad. Fuimos a ver qué nos encontrábamos. Sí hay falta de adaptación, cosa que reconozco en el texto, y puede que de empatía mutua en la situación que vivimos. Gracias en cualquier caso por pasar por aquí. Las críticas también ayudan a mejorar. Un saludo.

    • Pues la verdad creo que no has leído la misma crónica…
      Porque los demás hemos leído algo que no estaba lleno de prejuicios. ¿Que le faltaba adaptación y empatía? Pues no te digo que no, pero es difícil tenerla con los que todo lo tienen si vives un poco la realidad de muchos países africanos o del 3-4º mundo.
      Es verdad que, por ejemplo, y ya sé que es una exageración (por eso se utilizan para resaltar algo), los guardianes judíos de los campos de exterminio nazis puede decirse que no les faltó adaptación y empatía con los verdugos, pero no les hicieron la vida fácil (ni siquiera la muerte) a sus compañeros presos.
      Si no has visto más que cosas malas en los que redactan y viven la crónica, pero sí cosas buenas en la jet set (y lo único que sabemos es por Ángel), es que, finalmente, Ángel es un buen tipo, más o menos ecuánime en sus crónicas (aunque todos somos subjetivos, claro está). ¿O es que tú estabas allí?
      Lo mismo si lo conoces de primera mano nos puedes hacer un relato complementario…
      A mí, personalmente, estas fiestas de lujo no me parecen perversas en sí mismas, cada cual hace lo que quiere con su dinero, pero hechas en España, por ejemplo, me parecen menos agresivas. Hechas en países en los que falta desde la asistencia sanitaria más elemental o la enseñanza gratuita, amén de mil cosas más (periodos de hambre, que no hambruna grave, esos los estoy viviendo en mi zona actualmente), me parece obsceno, escandaloso…
      Aunque si están recogidos, discretamente, en una isla puede que tenga más pase. Por otra parte no quiero parecer cínico, que yo vivo muy bien, muy por encima de lo que tiene la población en Burkina Faso, pero he venido a ayudar, no que sea la Madre Teresa de Calcuta.
      En todo caso, Arnaldo, lo de orgullo desmedido creo que te ha quedado muy fuerte.
      Acepta estos comentarios como lo que pretenden ser: no un rapapolvo, sólo el intento de hacerte entender otro punto de vista. Quizás un punto de vista importante porque lo que pretende es ayudar a los que menos tienen, generosamente.
      Pasad un buen día

      • Arnaldo dice:

        Gracias por la educada respuesta. No veo solo cosas malas en el escritor y buenas en la jet set, porque efectivamente yo no estaba allí, por lo que solo puedo dar mi opinion de lo escrito por el que escribe. Creo que la crónica ayuda a perpetuar clichés y eso es lo que entiendo yo por prejuicios. Solo quiero expresar mi incomodidad con una crónica irónica y critica hacia aquellos que les abrieron las puertas de su casa y que, entiendo, intentaron integrarlos en su fiesta o, al menos, no los trataron mal y les dieron de comer y beber… Si voy a una fiesta de fans de fútbol y a mi no me gusta ese deporte, creo que no debo criticar su afición o manera de vivir (si no me han insultado, claro). La labor de los cooperantes, por supuesto, encomiable, valorable, imprescindible, pero superioridad moral automática, no, por favor. Entre los anfitriones podía haber explotadores pero tambien podia tratarse de personas que colaboran con ONGs o ponen su granito de arena en el desarrollo de un país, labor a la que quizás no quieren darle publicidad… Me recuerda a esos invitados a una boda que se van diciendo que el pescado del menú no era fresco… 😦 Lo siento. Saludos.

      • ángel gonzalo dice:

        Gracias de nuevo por tu comentario. Comprendo tu argumento y lo respeto, pero no lo comparto.

        Tanto el anfitrión como todos aquellos a los que conocí en la isla sabían que soy periodista y algunos me pidieron una crónica para Radio Ada, emisora en la que soy responsable de informativos.

        Quién soy y cómo contactarme aparece en la home del blog. Eso quiere decir que soy responsable de lo que escribo y que doy la cara. También repartí algunas tarjetas en la fiesta. Siempre lo hago.

        Escribir sobre lo que allí vi me parece, pues, legítimo.

        Es un post en tono crítico e irónico, tienes razón, pero refleja mi opinión de un hecho. También eso es legítimo.

        No soy cooperante ni trabajador humanitario. Soy periodista y voluntario social. Mi trabajo en Ghana es para la radio comunitaria de Ada, pero también colaboro con medios españoles y escribo este blog.

        Y una vez aquí, viendo cómo vive la gente y cómo está el país es imposible no implicarte en algo más. Te lo aseguro. No es obligatorio… Pero es difícil volver la cara a lo que nos rodea. Una persona comprometida no puede hacerlo, en mi opinión. Y nos tenemos por personas comprometidas en nuestras actitudes. No somos perfectos y también asumimos nuestras contradicciones. En este blog hay muchas y las reconozco.

        También, en nuestro caso, estamos implicados en construir una escuelita para niños de la calle. Invertir en educación es dar un poco de esperanza. Estamos orgullosos de ello.

        No me considero más que nadie, y menos moralmente. Me considero diferente, sobre todo, de las personas que allí había. Y con otra sensibilidad. Puede que hubiera gente socialmente comprometida en la fiesta. Lo digo en el texto. Aunque lo dudo, porque no nos reconocimos ni hablamos de ello. Los anfitriones nos presentaron a casi todo el mundo y es raro que nadie lo mencionase. Es más, reaccionaron con indiferencia e incluso desprecio, en algunos casos, cuando conocieron nuestra labor.

        Considero mi texto respetuoso. Crítico, pero respetuoso. Y respondo por él. Es un texto de opinión.

        Pero de verdad, gracias por tu comentario. No pidas disculpas por opinar aquí. Es un blog abierto. Igual que yo critico, otros pueden hacerlo conmigo. Eres siempre bienvenido y te agradezco el tiempo que has dedicado a leerme y a escribir. Un saludo.

      • Voy a echar un cuarto a espadas a Arnaldo, si me dejáis…
        Algo se me olvidó decir en mi anterior comentario: la habitud.
        Comprendo las sensaciones de Ángel, cuando no lleva demasiado tiempo por estas tierras, todo te sorprende y te hiere…, pero conforme van pasando los meses o los años llega un momento que la miseria no es que forme parte de la vida, es el paisaje de TODOS los días. Y tienes que vivir con él, porque, además, es imposible solucionar tantos y tantos problemas. No es que te vuelvas absolutamente insensible, pero no puedes vivir si piensas que cada pequeño lujo que te permites es comida o medicamentos que le estás hurtando a un pobre niño famélico o enfermo.
        Salvo que estés opositando para santo…
        Yo no, seguramente los de la Jet Set tampoco, y como dice Arnaldo tampoco sabemos, ni siquiera Ángel que estuvo allí, lo que hacen después de tomares el Möet Chandon o si ayudan en lo que pueden o lo que quieren, cosa que tampoco me extrañaría. No digo que se dejen sus fortunas (o lo que tengan) en ello, pero es muy posible que algo den, ¿cuánto? ni lo sé, ni me importa, Cada cual dormirá algún día solo con su conciencia.
        Por otra parte es gente que estará allí por trabajo o por vacaciones, en todo caso no muy diferente de lo que te podías encontrar en una fiesta en España, si es del representante de marcas de coches importantes, no creo que hubiera mucha diferencia, ¿que allí llama más la atención? pues no digo que no, pero a mí me llama mucho más la atención los hospitales públicos que tenemos en España si los comparo con los que veo en Burkina, o los colegios, o tantas y tantas cosas.
        Tiene razón Arnaldo que hay que ser cortés con los que te reciben y te invitan, pero yo te agradezco tu post, porque me parece que es fresco y no creo que esté cargado de prejuicios, que por otra parte son innatos a cualquier opinión, incluso información. El que diga lo contrario, que no es subjetivo, como mínimo, no dice la verdad.

        Un fuerte abrazo a los dos y a todos los demás y sigue trabajando así, será una gran experiencia para ti y una ayuda (por pequeña que pueda ser nuestra contribución) para gente que necesita de todo. Sobre todo que no les olvidemos. (y ya no digo más sobre esto)

      • ángel gonzalo dice:

        Gracias, Félix. Tomo nota. Y tienes razón. Al final uno se acostumbra a la miseria, pero espero que siempre haya voces que la denuncien, allá donde se produzca. Un abrazo fuerte.

      • ángel gonzalo dice:

        Gracias, crack. Es un halago viniendo de un veterano cómo tú. Un abrazo fuerte y ánimo. Las noticias siguen ser halagüeñas por allí arriba. Cuídate!!

  7. Sonia dice:

    Como siempre boquiabierta con tus post…me has hecho sonreír después de un día duro rodeado de la jet set…ja,ja…Salón del automóvil en Madrid, trabajo para BMW…incomparable a vuestra historia,pero indentificada con un mundo que no es el mío…gracias por hacerse sonreír…muchos besos

    • ángel gonzalo dice:

      Muchas gracias. Fíjate, mis vecinos de aquí se morirían por ver de cerca uno de esos carros o estar en una feria de esas. Ánimo. Siempre debe haber voces críticas en cualquier lado. Al «enemigo» también se le combate desde dentro. Un abrazo fuerte.

  8. Sonia dice:

    ¡Vaya toalla, boffff!!! (sí, me he acordado de esto leyendo el post). De todo hay en la viña del señor y de todo se aprende. Está bien que hayáis conocido esta parte del país, porque también son parte aunque no reparten…Yo me habría llevado «como aperitivo» unos cuantos folletos: nunca se sabe si pueden llegar a unas manos con ganas de gastar y cambiar el mundo. Pá la próxima, compañero.
    Besos a los dos,
    La manola

    • ángel gonzalo dice:

      Gracias compa, por los ánimos y por los consejos. La próxima vez no falla el «aperetivo». Un abrazo muy muy fuerte. Hasta pronto!

  9. microscuento dice:

    Hola Angel Soy Karlos. Me presento. Soy el que estuvo entre año en el SE haciendo prácticas con Carmen. Venía del master de Bernabé. Oye, me ha gustado mucho tu crónica. Y me he sentido transportado. Yo estuve un año en Mozambique y mucho de lo que cuentas me ha traído recuerdos. Esa sensación de estar perdido entre supuestamente «los tuyos»… Un abrazo y gracias por compartir


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